martes, 19 de abril de 2016

Argentino Luna, el Gaucho de Madariaga

Para el Documento Nacional de Identidad, Rodolfo Giménez. Para el folklore de todos los tiempos, Argentino Luna o, simplemente, el Gaucho de Madariaga. Aquel que, a puro sentimiento, ofrendó a su patria los inolvidables cantos que versara su alma de payador.Bajo el sol del interminable horizonte que ofrece la verde pampa, Argentino Luna asoma al mundo un 21 de junio de 1941. Fue en los pagos gauchos de General Madariaga, tierra bonaerense.El viento del Atlántico y la Pampa extensa moldearon su estilo. “Nunca estudié música”, confesó en 1978. De los montes del Tuyú y de mujeres como su propia madre, Esperanza Castañares, y su papá Juan Lino, tomó los personajes de peonada, lavanderas y cocineras que poblaron sus letras amadas por la gente.
Grabó más de 300 canciones: huellas, milongas, zambas, triunfos, cifras y poemas entre otros ritmos criollos. Se plasmaron en casi 50 discos. Llegó a Buenos Aires en los 60 y llegó a la TV en 1968. Su otra patria chica fue Quilmes.
Recorrió varios países y hasta en Brasil grabó “Milonga de tres banderas”, del riograndense Caetano Braum. El “misterio de la milonga”, con apenas un bordoneo, lo aprendió de los criollos de Madariaga. Y con esa escuela recorrió el mundo, dejando una huella.
Le fluían recuerdos del Madariaga natal, donde cada año se realiza la “Fiesta Nacional del Gaucho”. Un viento salobre la cruza y Luna dijo que lo inspiró el paisaje pampeano, que hacia el norte tiene el sello de la cuenca del río Salado.
Y para explicar cómo era su “sala de grabación”, contó: “Tirado panza arriba, bajo la celeste techumbre del cielo, gastaba los días mirando el vuelo de los pájaros y en el profundo silencio de la campiña bonaerense, el canto de los grillos, el grito de los teros, el mugir de las vacas, el relincho de los baguales, y el torear de los perros, mis amigos primeros e inolvidables”.
“Moriré con una milonga”
A “Un cielo limpio repartiendo estrellas” quizás su verso más logrado, sumó otros bellísimos. Ya en los 90 tenía 45 discos. También actuó en Japón, EE.UU., Costa Rica, Panamá, Brasil, Uruguay y Paraguay.
Padre de cinco hijos de dos matrimonios, compuso más de 300 canciones, como “Zamba para decir adiós”, su primer gran éxito, “Mire qué lindo es mi país paisano”, “Mirá, lo que son las cosas”, “Pero el poncho no aparece”, y “Me preguntan como ando”. Logró La Palma de Plata, El Limón de Oro, Gardel de Oro, y El Charrúa de Oro, entre otros galardones.
“Me voy a morir tocando una milonga, o con un poema de Yamandú Rodríguez que aprendí cuando corría a atar el caballo con mi padre, en Madariaga”, contaba nostalgioso.

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